Lindas palomitas
Parece una tierna ancianita que da de
comer a las palomas... Pero no. Nada más lejos de la dura realidad.
Las tiene
acostumbradas a picotear migas de pan en el alféizar de la ventana y cada
tarde, en medio del breve alboroto de alas y de picos que se forma cuando saca
su mano para echarles las pobres migajas, atrapa sigilosamente a una de las hambrientas aves y la
arrastra al interior de la casa, le retuerce el pescuezo con un rápido gesto de
sus todavía hábiles dedos a pesar de la artritis, cierra la ventana y se dispone a
desplumar a la desafortunada para preparar la cena mientras acaba de ver la
telenovela de las cinco.