Ficus mutante

Los árboles, esos grandullones amables y benevolentes que contemplan desde su majestuosa altura nuestra bulliciosa vida a ras de tierra, se mueven y hacen cosas en las que casi nadie repara. Este enorme ficus, por ejemplo, ha desarrollado un pequeño brazo, como de niño, para rascarse la corteza o quizá por el simple gusto de emular a los humanos.